jueves, 18 de junio de 2009

Y todo antes o después llega a su final...

Y todo antes o después llega a su final…

Parece que fue ayer, cuando entramos al instituto. Era nuestro primer día, y allí estábamos todos con nuestras mochilas y unos nervios impresionantes. Recuerdo que la primera clase que di pensé: “! Yo de aquí no salgo vivo!”. De eso hace ya cuatro años, se dice fácil ¿eh? Y me conforta saber que me equivocaba. Sigo vivo.

Entablé conversación con muchos de vosotros, a los que a pesar de haber tenido cerca de mí en esos últimos años, no os había prestado demasiada atención. Hice bonitas amistades, que aún conservo, aprendí a ser mucho más autónomo, y con ello me realicé como persona, crecí en confianza y en madurez. Y ahora, llega ese momento tan ansiado y temido por mí. Nunca está preparado uno para decir adiós. Pero es inevitable, hay que seguir hacia delante.

Por ello quisiera ante todo, daros las gracias a todos los que habéis crecido junto a mí, a los que me habéis apoyado, a los que me habéis enseñado, a los que me habéis hecho ser merecedor de vuestra amistad. Porque por ello, soy como soy, todos en mayor o menor medida, sois parte de mí. Nunca os olvidaré.

Recordad, Los amigos no saben decirse adiós: se acompañan siempre.

Os quiere, Cecilio.

1 comentarios:

jaramos.g dijo...

Se me ocurre pensar que, igual que la memoria, algunas amistades son “a corto plazo” y otras “a largo plazo”. O sea, amistades que duran un tiempo limitado y amistades que se mantienen toda la vida. Ambas son experiencias extraordinariamente satisfactorias, pues la cantidad (la duración) no determina la calidad. Todos hemos tenido amigos o amigas de los que en un momento dado nos hemos separado, y el tiempo y la distancia ha borrado la relación, no el placentero recuerdo. Como en la película, “fue bonito mientras duró”. En otras ocasiones, la comunicación no se interrumpe y la amistad es para toda la vida, a pesar, incluso, de que los amigos se hallen distantes físicamente. Nadie puede prever cuándo ocurrirá lo primero o cuándo lo segundo. Como vosotros ahora (y como yo, también), hay un instante en que cada uno escoge su senda, sin saber que deparará el mañana, sin imaginar qué hará el destino con la llama del afecto. Yo creo que hay que estar a lo que salga, sin forzar las situaciones, pues el aprecio, el cariño, ni se somete a contrato ni viene con fecha de caducidad. Así que, llegado este momento, nos vamos a donde nos tengamos que irnos y las cosas seguirán el curso que hayan de seguir. Incluso conoceremos y querremos muchísimo a personas de las que ahora mismo no tenemos la más mínima noción.